Tuesday, September 28, 2010

La investigación y los medicamentos

Los medicamentos son investigados, desarrollados, fabricados y comercializados por la industria farmacéutica. En la actualidad, sólo una de cada diez mil moléculas investigadas llega a comercializarse como medicamento, y para eso debe investigarse la molécula por un plazo de 8 a 10 años a un costo promedio de 500 millones de dólares.
Cuando una empresa farmacéutica, obtiene una nueva molécula con potencial terapéutico que pueda ser usada en seres humanos, debe proceder del modo siguiente:
-Primero realiza un plan de desarrollo clínico, con el fin de obtener un exhaustivo conocimiento del producto y demostrar su seguridad y eficacia en las enfermedades para las que está indicada.
-Posteriormente se realiza la legalización ante las autoridades pertinentes para la circulación y uso de los medicamentos.
La investigación clínica debe ir acompañada por el mayor rigor ético y científico desde su inicio hasta su conclusión.


Una vez investigado, desarrollado y legalmente comercializado, el medicamento pasa a formar parte de la relación clínica entre médico y el paciente. El primero participa con su capacidad de decisión y el segundo con su opinión y aceptación, pero existen otros elementos que también intervienen de forma significativa en esta relación como son la industria farmacéutica con sus interés económicos, la legislación con sus regulaciones, y los centros dispensadores del medicamento. En este contexto no es de extrañar que se produzca el conflicto ético entre los intereses comerciales y la independencia científica.

Pero éste conflicto no es reciente. Ya en el siglo III antes de Cristo, Hipócrates, en su famoso Juramento lo menciona, pero el que tal vez mejor referencia hace al tema es Maimónides, médico y filósofo judío español (1135-1204):

“Oh Dios, llena mi alma de amor por mi arte y todas las criaturas. Que no admita que la sed de ganancia y el afán de gloria me influencien en el ejercicio de mi arte, porque los enemigos de la verdad y del amor de los hombres podrían fácilmente hacerme abusar y apartarme de hacer bien a tus hijos”.

Partiendo de la base que el destinatario final es la persona enferma, la prescripción de un medicamento a un paciente debe estar orientada a la mayor eficacia para tratar una enfermedad determinada y con los mínimos riesgos para el paciente, respetando su derecho al mejor tratamiento disponible, con su aceptación y al costo mínimo, lógicamente todo basado en la evidencia científica y en ningún caso debe buscar el beneficio personal del prescriptor.

Al fabricante de un medicamento le asiste el derecho legal de promocionar su producto con el deseo de recuperar la enorme inversión realizada. Lógico es pensar que la enorme competitividad del sector farmacéutico y el altísimo costo de la investigación y desarrollo de medicamentos motiva a los fabricantes a destinar grandes inversiones a sus actividades promocionales, por lo tanto este es un sector sumamente vulneable a ambiciones económicas y aún más en países con altos índices de corrupción.